viernes, 10 de abril de 2009

Viernes Santo


El Viernes Santo es uno de las principales celebraciones litúrgicas del Cristianismo. Este día se conmemora la Muerte de Jesús de Nazaret, crucificado en el siglo I. La Semana Santa llega a uno de sus días más trascendentales, en el que son numerosas las manifestaciones tradicionales de devoción popular a lo largo de todo el mundo.

Una de ellas, quizas la mas famosa de México, es la que se desarrolla en Iztapalapa:

Desde hace 164 años más de 450 actores nativos del lugar dan la bienvenida a los casi dos millones de personas que se dan cita en el Cerro de la Estrella para presenciar la Pasión y Muerte de Jesús.

Para los lugareños se convierte en un anhelo participar en las celebraciones de Semana Santa, pero no todos son seleccionados. El papel más buscado es el de Jesús, que cada año es elegido por el Comité Organizador de Iztapalapa.

La tradición en Iztapalapa nació en 1843, después de que los habitantes de la zona se vieron fuertemente afectados durante años por una epidemia de peste. Los católicos recurrieron al "Señor de la Cuevita", el santo de la comunidad, para pedir que erradicara la enfermedad.

La desaparición del mal de forma intempestiva fue atribuida por los nativos a un 'milagro' del "Señor de la Cuevita" y empezaron con la representación, como una muestra de gratitud.

Selección de los personajes

La tradición ha pasado de generación en generación entre los habitantes de Iztapalapa, pero aunque todos tengan la disposición en participar, los papeles principales (Jesús y la Virgen María) son exclusivos de jóvenes solteros, que no tengan hijos, sin ninguna adicción, ni tatuajes y sobre todo que con una arraigada fe católica.

Cada año se selecciona a un joven para personificar a Jesús y una muchacha para el papel de la Virgen María; los demás actores pueden repetir algunas ocasiones el personaje.

Todos los detalles son objeto de minucioso cuidado: los vestidos, maquillajes, peinados; las pelucas de los soldados romanos, de Cristo, apóstoles y nazarenos. La escenografía, los aspectos visuales; los recorridos, la seguridad de los actores, de los penitentes que pagan mandas, de los devotos y del público asistente a la gran representación. Los parlamentos, la transmisión de los valores, la lección aprendida... en pocas palabras, la continuidad de la tradición popular.

EI drama

EI Domingo de Ramos, Ias casas y Ias calles se Ilenan de flores, Ias campanas se echan a vuelo, y un ángel con un niño inician Ia procesión que avanza lentamente. Los cientos de nazarenos Ilevan adornos de bandas blancas sobre Ias túnicas moradas; Ias vírgenes y Ias mujeres deI pueblo adornan sus cabezas con coronas de flores, Ia Virgen, Ia MagdaIena, Ilevan atuendos únicos. Por momentos IztapaIapa se transforma en JerusaIén, Ia multitud se dirige aI barrio de San Lucas para que el sacerdote bendiga Ias palmas, Ios ramos de manzanilla, romero y laurel ( éstas se guardan, pues Ia gente Ies atribuye poderes curativos). Hay risas cuando se reciben en Ia cara Ias gotas de agua bendita; en el atrio se mezclan Ios olores de Ios puestos de comida, Ios gritos de Ios vendedores, Ia música de Ios juegos mecánicos: el pueblo mezcla Io bíblico con Io actuaI.

EI Jueves Santo, Ios adornos en Ias calles son de color blanco y morado; Ios actores Ilegan aI lugar donde han ensayado; Ilena de flores y frutas está Ia cárcel que Cristo ocupará más tarde. De una casa, sale Ia procesión que inician el niñoy el ángel, después Ias vírgenes, Jesús, los nazarenos, los sacerdotes y dignatarios romanos, flanqueados por los soldados. La procesión recorre Ias calles de los ocho barrios, y Ilega hasta Ia iglesia deI Señor de Ia Cuevita, donde los presentes quieren tocar Ia urna y pedir gracias.

Los nazarenos, que suman cientos, ahora Ilevan una corona de espinas con flores en Ia cabeza. Después de Ia alocución deI obispo en Ia iglesia, continúa la escena de Ia última Cena en el Jardín Cuitláhuac; sigue el Lavatorio de los Pies; el Prendimiento, y Ia Oración del Huerto. Los parlamentos no coinciden con Ia Sagrada Escritura, se han transformado al correr de los años según el gusto de losparticipantes; lo mismo sucede con otros episodios que los lugareños han agregado.

El Viemes Santo congrega multitudes; Ia presencia de los encargados de Ia seguridad y de los primeros auxilios a los visitantes es muy evidente. Llevan a Cristo de Ia cárcel a Ia explanada,donde hay una columna; ahí se suceden varios episodios. La gente se estremece conmovída por Ia representación, cuando Jesús vestido de blanco es azotado con unas ramas teñidas de rojo. El rumor aumenta cuando Ia muchedumbre inicia el recorrido al Calvario-Cerro. La subida es difícil para los penitentes, actores y espectadores que quieren presenciar Ia escena; algunos se conforman con los periscopios de cartón adquiridos allí mismo. Todos deben llegar al lugar de Ias tres caídas, del encuentro con Ia Verónica, Ia Samaritana y Ias santas mujeres.

La procesión avanza lentamente, entre los árboles, en medio de sollozos, lamentos, lágrimas, desmayados y gritos de quienes ofrecen su mercancÍa, desde comida y sombreros, hasta refrescos y aparatos para ver mejor el espectáculo. Los soldados romanos, los más de mil nazarenos que llevan sus cruces a cuestas, los judíos, se entremezclan con los espectadores, Ias santas mujeres, los apóstoles. Todos ellos, que han estado en todos los momentos, llegan hasta el lugar donde están Ias tres cruces. La actuación deI Cristo, que llena de fervor a los espectadores e imparte intensa emoción a todas Ias ceremonias, llega a Ia culminación con Ia Crucifixión. En el lugar sagrado deI cerro, en Ia cruz más grande se coloca a Jesús.

La mujer que hace el papel de Ia Virgen, vive sus mejores momentos cuando "Dolorosa" recibe el cuerpo deI crucificado; le habla y lo conduce hasta donde se inicia, en la tarde, Ia Procesión del Silencio. Por Ias calles de los ocho barrios Ilevan una imagen del Señor de la Cuevita que cargan unos jóvenes encapuchados. La gente que ha vivido intensamente el drama de Ia Pasión regresa a sus casas.

Con el tiempo, la representación ha cambiado: de los atrios de los templos al cerro, de Ias imágenes y Cristos-niños a los jóvenes cuidadosamente seleccionados por su tipo y estatura, de los parlamentos originalmente hablados ahora cantados en algunos episodios. Han ocurrido transformaciones en las actuaciones, vestuarios, pelucas y maquillajes; en las escenografías y en la extensión del recorrido, aunque los elementos básicos se mantienen a través de los años.

Suspendida durante la Revolución, cuentan los lugareños que el propio general Zapata prestó los caballos necesarios para su realización.

La iglesia ahora alienta una representación paralela, diferente a la popular, que considera no está apegada a los textos bíblicos; es de hecho, el reconocimiento de dos puntos de vista: por una parte el de la tradición escrita y sancionada, Ia litúrgica en el interior del templo, y por otra la celebración callejera que va más allá de una escenificación, pues en ella convergen los ideales, las esperanzas de acabar con muchas de Ias dificultades de Ia vida; es más que teatro, es el enlace entre el pasado (el drama) y el presente, Ia búsqueda de reconocimiento de los organizadores y de los que participan, el gusto de los que toman parte como actores, o como espectadores. Todo ello permite que Ia fiesta, ceremonia o representación continúe por lo que significa no sólo para los de Iztapalapa sino para Ia nación entera.